COMPRENSIÓN LECTORA
Esta lectura es, quizás, un poquito más complicada que las que estáis acostumbrados a hacer. Por ello, debéis leerla cuidadosamente todas las veces que lo necesitéis, antes de contestar a las preguntas.
Podéis utilizar esta lectura para leer en voz alta delante de un adulto, cuidando la puntuación y la entonación.
Tenéis hasta el miércoles 25 para entregarla (por favor, solo la parte de las preguntas y respuestas-- Comprueba si has comprendido). Para ello, escribís las preguntas y las respuestas en vuestro cuaderno.
EVALUACIÓN
Al finalizar el trabajo, me gustaría que me dijeseis si os ha resultado: muy fácil/ fácil/ muy difícil/ difícil/ habéis necesitado mucha ayuda/ poca ayuda /casi no habéis podido solos/ os gustan estas lecturas/ y cualquier otro comentario que se os ocurra u os apetezca hacer.
¡BUEN TRABAJO!
Lectura y comentario de la lectura
Esta lectura nos habla de unos niños de la tribu achuar que son muy felices. Viven en el río amazonas.
No tienen tantas cosas como los niños
de nuestra sociedad, pero son muy felices porque viven
y juegan en la naturaleza, en la selva.
1. ¿Sabes que el río Amazonas es enorme
y que
en sus
orillas viven muchas tribus de indios?
2. ¿Has visto alguna
película
o reportaje sobre las tribus que viven en
los ríos más grandes?
los ríos más grandes?
3. ¿Te gustaría vivir en la selva con los niños achuar?
Era la temporada de menor lluvia en la selva y el día terminaba caliente con el bochorno de la tarde. Tres niños achuar se habían
reunido para mitigar el calor en el río. Gritaban
y reían mientras jugaban. Muy cerca de allí, una pequeña canoa parecía
bailar sobre el agua. Sin las lluvias
el nivel del río se encontraba bajo, y las temidas anacondas, por no tener donde esconderse, estaban ausentes. Los niños lo sabían y
se bañaban sin temor.
Uno de ellos nadó
hasta la canoa y se subió en ella.
—Ramu, Maskián, vengan, suban. Vamos río abajo
a investigar
—gritó a sus amigos.
Los otros niños nadaron hacia la canoa. Antún, que había sugerido ir de
expedición, empezó a remar.
—¿Adónde vamos, Antún?
—preguntó Maskián al niño que remaba.
Antún no contestó y
se limitó a escupir sonoramente sobre el río.
—A un lugar que descubrí ayer -- contesó sonriente Antún.
No había ni una sola estrella en el cielo y las únicas luces
que se veían eran las de las luciérnagas que volaban en la orilla.
—Síganme —ordenó Antún, que llevaba el canasto en la espalda.
Antún se detuvo, introdujo su mano dentro del canasto para buscar una caja de fósforos. Prendió uno, luego lo sostuvo con una mano mientras que con la otra agarró una pepita de sapatar. Acercó la llama y la sostuvo hasta que la semilla se prendió y produjo
una llama anaranjada. Uno de los chicos silbó en señal de aprobación.
—Oye, si vamos
de cacería, te recuerdo que no traemos armas —dijo
Ramu.
—No vamos de cacería... exactamente —repuso Antún con un tono de misterio.
La llama conseguía iluminar una gran circunferencia.
—A ver, Antún, dinos qué vamos a hacer —exigió
impaciente Maskián.
Antún se puso
a buscar algo en el suelo. Cuando lo
encontró, escupió de nuevo hacia un lado y señaló con un dedo.
—¡Hormigas, hormigas!
—exclamó
encantado Maskián.
—¡Hormigas! —repitió Ramu entonces, entusiasmado.
—¡Mmmm..., hormigas!
—estuvo
de acuerdo Antún relamiéndose los labios.
Éste puso la piedra en el suelo, muy cerca
del nido de hormigas gigantes y, al poco rato, éstas empezaron a salir atraídas por la luz.
Maskián fue el primero en agacharse para agarrar una y llevársela
a la boca.
Lo mismo hicieron
Ramu y Antún.
Cuando se hartaron
de comer hormigas, los tres se recostaron en la tierra dura apoyando la cabeza sobre los brazos cruzados. Las cigarras, los grillos y los sapos aún cantaban estrepitosamente con el acompañamiento del río.
—¡Qué ricas estaban! —exclamó Ramu chasqueando su lengua.
—¡Seguramente somos los más afortunados del mundo! —dijo Maskián cerrando los ojos.
—Claro que sí —aseguró convencido Antún—. ¿No ves que los achuar somos los dueños de esta
selva?
El río, que los escuchaba, detuvo sus aguas por un momento, emitió un suspiro
melancólico y siguió su curso eterno.
Edna Iturralde: Verde fue mi selva. Ed. Alfaguara.
Adaptación.
VOCABULARIO DE LA LECTURA
anacondas: serpientes acuáticas de gran tamaño.
sapatar: una semilla que arde y alumbra.
aprobación: estar de acuerdo.
estrepitosamente: ruidosamente.
chasquear: hacer ruido con la lengua.
melancólico: triste.
Vuelve a leer silenciosamente esta lectura
Comprueba si has comprendido
1. ¿Cuántos niños intervienen en esta historia?
2. ¿A qué tribu pertenecen?
¿Dónde vive esta tribu?
3. ¿Qué hacían en el río para evitar el calor?
4. ¿Sabían nadar? ¿Por qué lo sabes?
5. Después de bañarse subieron a
la canoa. ¿Quién era el único niño
que sabía adónde iban?
que sabía adónde iban?
6. ¿Qué sorpresa les tenía preparada Antún?
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7. ¿Por qué dieron gritos de alegría al ver las hormigas gigantes?
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